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Traducción de Elisa Díaz Castelo y Adalber Salas Hernández
CALAMIDADES
Los días se suceden, como las calamidades. Los días se interrumpen y vuelven a comenzar, como los ensayos. Y el cuerpo, los cuerpos los recorren, entre ensayos y calamidades. En este libro inclasificable, Renee Gladman se mueve por los cuerpos y los días en una escritura fronteriza, que tensa las relaciones entre el poema y la reflexión, entre la iluminación y el análisis, entre la memoria y la narrativa. Un proceso “de adición/corrección/enmienda” —según lo ha definido el crítico y pedagogo Ty Clever— en el que cada palabra convoca todas las posibilidades de las restantes para reclamar nuevas maneras de vivir, de actuar y de pensar.
Empecé el día tratando de decir la palabra cuerpo tantas veces como pudiera, para mí misma y para todos en esta sala. Vivíamos en una época donde el cuerpo era importante para muchas personas y era importante para mí. Quería intercambiar la palabra con todos mis interlocutores. Quería decirles “cuerpo”: cómo está tu cuerpo o escribir a través del cuerpo o cómo el cuerpo activa objetos en la sala. Esperaba decir “cuerpo” y ver cómo sobrevenía un cambio en tu rostro: dentro de tu cuerpo, el borde de tu cuerpo, tu cuerpo partido. (Te parto.) Al hablar, esperaba alcanzar un punto donde, cuando hubiera que decir “cuerpo”, pudiera en cambio guardar silencio. Haría una pausa y todes en la sala escucharían la palabra en su interior. Diría “Cada vez que haces un agujero en el ______” y vacilaría. Bajaría la cabeza como un bombillo de cuarenta vatios, me vería solemne. O diría “Todes llevamos algo en nuestro ______ (también podría ser plural) y el zumbido interno silencioso colectivo abrumaría mis sentidos. Esto sería la comunicación real: algo que empezaste en tu ______ terminaría en el mío.